Miradas, mails, regalos y sexo por doquier. Cincuenta sombras de Grey es la historia del príncipe que rescata a una jovencita de la torre de la inocencia en la que estaba sola y aburrida. A caballo entre Crepúsculo (en modo picante) y Pretty Woman, esta trilogía ha sabido captar la atención de todas las mujeres, desde jóvenes hasta señoras, gracias a la figura del seductor, poderoso y atormentado Sr. Grey.
La autora ha sabido aprovechar el deseo de toda mujer de sentirse sumisa de vez en cuando mientras el hombre adquiere el rol de dominante con ella y la situación. El libro mezcla sexo 'duro' con frases azucaradas, situaciones de adultos con otras de adolescentes, música clásica con comercial, todo en una maraña poco creíble (y, además, mostrando a Grey como si fuera un Dios omnipresente, al estilo Edward Cullen en Crespúsclo, que siempre aparece cuando ella le necesita-). Sin embargo, la historia se acerca mucho más a Pretty Woman: hombre adinerado y apuesto, reacio a las relaciones serias, sale con una joven bella a quien tocarle el piano, hacerle muchos regalos; pero ella quiere más que una simple relación sexual y esa disyuntiva es la que mueve toda la historia, al ritmo de sus incesantes caderas. Y todo esto con la Traviata de fondo. Como la protagonista dice a Grey: menos sexo y más hablar en serio.
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