Si tuvieras un hijo, ¿cómo lo educarías? ¿Con qué persona compartirías esta aventura y, sobre todo, en qué lugar geográfico y entorno humano? Un lugar donde quedarse, de Sam Mendes (el director de American Beauty y Revolutionary Road, entre otras), nos invita a reflexionar sobre la paternidad y la familia de la mano de Burt y Verona, una pareja normal y corriente pero que se consideran unos fuckups: treintañeros sin trabajo estable, con una casa poco acondicionada para un bebé y con escasos familiares y amigos. No obstante, gozan de una relación de pareja perfecta, sin una discusión (la única discrepancia entre Burt y Verona es el matrimonio: él quiere casarse, ella no). Así que un día deciden dejar su casa y buscar su hogar. Recorren diferentes sitios de Estados Unidos y conocen varias familias, la mayoría excéntricas e infelices. La pareja escucha consejos y va descubriendo cómo no quieren criar su hija. Sin embargo, resulta naif esta visión de la película de que su amor inquebrantable les convertirá en los padres ideales.
Creo que un momento muy significativo del film es cuando Verona recuerda un momento de su pasado, un retrato de su feliz infancia: cuando colgaron naranjas y otro tipo de frutas a un naranjo que no daba frutos para alegrar a su padre que, cuando lo vio, estalló en grandes carcajadas. Este recuerdo es un puente entre el pasado y el presente, es el significado del amor como árbol de la abundancia (un árbol de creación propia) y el deseo de Verona de ofrecer a su hija todo aquello que le dieron sus padres (y todo aquello que no le pudieron dar).
PD: La película recuerda a Juno.
PD: La película recuerda a Juno.
Fotografía: divinations: reflections on the (big) screen
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