La burbuja del emperador

Pu Yi, el último emperador de China, gobernó a muchos pero no pudo gobernar su propia vida. Fue un hombre que siempre vivió encerrado. Todo empezó cuando a los tres años le nombraron emperador y le establecieron en la Ciudad Prohibida que, bajo las apariencias de ser el paraíso, vivía aislado, con una visión de la realidad muy escueta y filtrada y con un ego que día a día crecía sin freno viendo cómo se hacía 'todo' según su voluntad y siendo consciente del poder que podía ejercer sobre los demás. La figura de su tutor Johnston es muy interesante, ya que hace de puente entre el mundo exterior (la realidad) y el mundo del emperador (su realidad tras las murallas).

"- ¿Por qué las palabras son importantes? -pregunta el emperador-.

- Si no decís lo que pensáis, nunca pensaréis lo que decís -responde el tutor-.

(...)

- No puedo decir lo que pienso; siempre me dicen lo que debo decir."

Más adelante estalló la revolución comunista, el emperador recibió el asilo político de Japón y años después fue encarcelado e interrogado. El último emperador me ha hecho pensar en esa sensación de falsa libertad/realidad, de creer que decidimos libremente, que controlamos, que sabemos de lo que hablamos... La sensación de la burbuja, de nuestra realidad. Y nuestros amagos (a veces) de salir de ella, de libertad, de romper con todo, que suelen ser (a veces) sofocados, postpuestos u olvidados... por los demás o por nosotros mismos.

PD: Un gran descubrimiento: la canción que suena en la bonita escena en la que la segunda consorte (la segunda mujer) del emperador decide, fuera de la Ciudad Prohibida, que quiere el divorcio y ser libre.

Fotografía: Bienesgananciales