"Si no fuera payaso, sería un asesino"

Balada triste de trompeta, la última película de Álex de la Iglesia, es una amalgama de registros sin sentido: desde escenas épicas llenas de violencia y sangre intentando emular al cine de Hollywood a otras estilo anuncio de perfume donde la protagonista brilla como un ángel a cámara lenta; en general una estética entre película de serie B, una españolada tipo Torrente (aquí también sale Santiago Segura, ¡de payaso y con una peluca de mujer!) o un intento de película de Robert Rodríguez como Machete y con una temática de una leve reminiscencia a Freaks. De la Iglesia, pues, bebe de muchos y no crea nada nuevo, nada más allá de una secuencia de escenas entre lo kitsch, lo oscuro y lo vulgar que el espectador no sabe cómo digerir.

Según opinó el director ayer en el preestreno en Barcelona, no es una película sobre el circo pero sí una comedia sin gracia. En lo último estamos de acuerdo; en lo primero no, ya que sólo es una película de un ambiente de circo en un contexto muy forzado de Guerra Civil. Los cinco primeros minutos seguramente son los mejores (con Segura, y también la interpretación de los dos protagonistas) y a medida que va avanzando la película el espectador ve como la historia se le escapa de las manos al director, convirtiéndose todo en fragmentos extravagantes y grandilocuentes, como la escena final en el Valle de los Caídos, como si fuera King Kong o, quizás mejor, dos Jockers luchando por la misma mujer.

Fotografía: Aullidos